miércoles, 30 de diciembre de 2009

La casa de la Emancipación fue derrocada



El 11 de Noviembre Riobamba (Ecuador, Sudamérica)celebró un aniversario más de su Emancipación Política, y bien vale hablar sobre el lugar donde se dieron los hechos.
La casa de Diego Donoso, donde se firmó el Acta de Emancipación, estuvo ubicada a un costado de la Plaza Mayor, actual Parque Maldonado. Sin embargo, la edificación no existe porque fue derrocada para la construcción de la casa que hasta ahora subsiste.
El historiador Carlos Ortiz Arellano asegura que el nuevo propietario del solar y de la casa, Eleodoro Castro, entregó algunas de las piedras de la casa de los Donoso, al colegio Maldonado.

Riobamba en ese tiempo

Recordemos que en 1797, la villa colonial fue destruida por un pavoroso terremoto, razón por la cual, dos años después se ordenó el reasentamiento en la llanura de Tapi. Por lo tanto, para 1820, la ciudad llevaba pocos años en su nueva ubicación.
Los esposos Costales-Peñaherrera hablan en su libro “Los Colosos” sobre el proceso de construcción de la ciudad:

El nuevo poblador, no sólo con imaginación e ingenio, sino aprovechando los recursos naturales de la llanura, utilizó el cabuyo para la soga, el carrizo o caña para el bahareque enjalbejado y la cangahua labrada para las paredes. La técnica de construcción de los indios puruguayas de los montículos de Ahuisacte, que consiste en grandes pirámides con techo de pajay y sigsig, fueron progresivamente ocupando los solares abandonados y pronto la soledad de la aldea, que tan precariamente nacía, fue recibiendo la alegría de las casas de teja, el blanqueado de las paredes de cal y canto y pronto, una manzana surgió después de otra, siguiendo los contornos de las dos plazas, para ir integrando la villa en base de la agregación de los barrios.

Los hechos

El 9 de octubre de 1820 Guayaquil declaró la libertad de su suelo y pretendió extenderla a todo el país. Para el efecto organizó un ejército que avanzó a Quito. El 9 de noviembre, este ejército obtuvo un triunfo cerca a Guaranda, en Camino Real, y este hecho es conocido en Riobamba y tomado como motivación para declarar la emancipación política de España.
Con esta información, caballeros como Juan Bernardo de León y Cevallos encabezaron el movimiento independentista. Melchor de Guzmán, apodado el “Cholo Virrey” y de origen peruano, es quien se convirtió en el nexo verdadero con el pueblo.
Mientras se daban estos hechos, el corregidor realista Martín Chiriboga huyó hacia Yaruquíes, para evitar la revancha popular por tantos abusos cometidos. Se refugió en casa del cura párroco Joaquín Arrieta, mientras en la ciudad, el pueblo, dirigido por Guzmán y Agustín Velasco y Unda, se tomó el cuartel.
La turba llegó después hasta la casa del corregidor Chiriboga, y estuvo a punto de derramar la sangre de su familia, pero la intervención oportuna de Juan Bernardo de León y Cevallos, Estanislao Zambrano, Diego Donoso –primo de Chiriboga- y Ambrosio Dávalos, impidieron que el golpe se volviera una matanza injustificada.
Ante el pedido de los caballeros, el pueblo aceptó la propuesta de acudir hasta la casa de Diego Donoso, situada en el ángulo sur-oriental de la plaza matriz, para celebrar el cabildo abierto y presenciar la constitución y legalización del Acta de emancipación política.
La cabeza visible del movimiento fue Juan Bernardo de León y Cevallos, catalogado como el más eminente de los próceres riobambeños, y a quien el pueblo lo aclamó como gobernador civil y militar de la provincia.
Según la placa recordatoria de 1920, los firmantes del Acta fueron: Juan Bernardo de León, Francisco Chiriboga y Villavicencio, Estanislao Zambrano, Ignacio José de Lizarzaburu, Ambrosio Dávalos, Diego Donoso, José Moreno de Salas, Bartolomé Donoso, José Alvear, Baltasar Paredes, Javier Donoso, Jacinto González Verdugo, José Joaquín Domínguez, Pedro Antonio Donoso, Dr. Javier Sáenz y Basabe, Agustín Velasco y Unda, Antonio Flor de la Bandera, Melchor Guzmán.
Para oficializar la decisión de la ciudad, el pueblo riobambeño decidió enviar el acta al patriota venezolano Luis Urdaneta, quien se había unido a la causa guayaquileña. La misión fue encomendada al coronel José Larrea Villavicencio, y realizada con tal diligencia que en menos de 24 horas estuvo realizada.
Pero, había que dar un paso más para mantener la emancipación. Sobre todo, porque los realista lograron reunir a mil 500 hombres para someter a los riobambeños. Por su parte, los patriotas organizaron dos compañías de militares voluntarios, la una de 150 hombres de caballería, y la otra del mismo número, de artillería. En apoyo, Urdaneta pidió desde Guaranda la provisión de 400 caballos y 20 mil pesos.
Sin embargo, el 22 de noviembre de 1820, los patriotas al mando del venezolano sufrieron innegable derrota, en Huachi. Al menos 500 patriotas fallecieron en la contienda.

En Riobamba nace la República de Ecuador


La programación por el Bicentenario del Primer Grito de la Independencia de Ecuador recorrió todo el país y terminó invadiendo a todos los ecuatorianos. Los medios de comunicación hicieron una cobertura de gran magnitud y recordaron los hechos del 10 de Agosto de 1809 y la historia constitutiva de nuestra nación. Quito, por supuesto fue la protagonista, pero también Guayaquil fue mencionada como tierra de patriotas que colaboraron con la independencia.
¡Qué diferencia con una fecha también trascendental para la vida ecuatoriana, pero que pasa desapercibida, incluso en la ciudad que debía ser la gran homenajeada! Nos referimos al 14 de agosto de 1830 y Riobamba, la sede del nacimiento de la República.

La separación de la Gran Colombia

Después de la Batalla de Pichincha, en Quito, nuestro territorio ya sin la influencia de España, había pasado a formar parte de la Gran Colombia, la gran nación formada por Bolívar, de la cual era su presidente. Esta gran organización territorial estaba formada también por Nueva Granada (Colombia) y Venezuela.
La presidencia de Bolívar concluyó oficialmente en el año 1830, cuando las naciones deciden excluirse de la Gran Colombia. En el caso del Departamento del Sur (actual Ecuador), la separación se concretó el 13 de mayo del mismo año, con la intención de buscar un gobierno independiente. Mientras se organizaba el Estado, el general venezolano Juan José Flores siguió al mando de este territorio.

La instalación de la Primera Constituyente

Para dar vida jurídica al Estado, se convoca en la estratégica ciudad de Riobamba, a la instalación del primer Congreso Constituyente.
La fecha escogida, el 14 de agosto de 1830, 16 de los 20 diputados electos, se reúnen en el Palacio del jefe de Estado en Riobamba, según informa el historiador Carlos Ortiz Arellano.
Las delegaciones y Flores asisten a misa en la Iglesia Matriz, en honor del Espíritu Santo. Posteriormente, ocupan la sala capitular del Convento Menor del Santísimo Rosario (Santo Domingo), ubicado donde hoy se levanta el monumental colegio Pedro Vicente Maldonado.
Ortiz detalla que los diputados prestan el juramento respectivo y escuchan el informe del general Flores sobre la administración del Estado desde mayo. Posteriormente, el venezolano instala oficialmente el Congreso.
Los diputados entran en materia bajo la conducción de José Joaquín de Olmedo, presidente de la junta preparatoria.
Una vez instalado el Congreso se determina a sus dignidades. Como presidente fue electo José Fernández Salvador, vicepresidente: Nicolás Arteta, secretarios: Pedro Manuel Quiñónez y Pedro Juan Arteta.
El proyecto de Constitución, la primera de Ecuador, es redactado por José Joaquín Olmedo, Manuel Matheu, Vicente Ramón Roca y Manuel Ignacio Valdiviezo, y empieza a conocerse el 23 de agosto.
El 11 de septiembre de 1830, los diputados aprueban por unanimidad el contenido del proyecto, después de tres discusiones.
El texto está suscrito en la sala de sesiones del Congreso Constituyente en Riobamba, por: José Fernández Salvador (presidente); Nicolás Joaquín de Arteta (vicepresidente); los diputados por Cuenca: Ignacio Torres, José María de Landa y Ramírez, José María Borrero, Mariano Veintimilla; los diputados por Chimborazo: Nicolás Vásconez, Juan Bernardo de León; los diputados por Guayaquil: José Joaquín Olmedo, Vicente Ramón Roca, León Febres Cordero, Francisco Marcos; los diputados por Loja: José María Lequerica, Miguel Ignacio Valdivieso; los diputados por Manabí: Manuel Rivadeneira, Manuel García Moreno, Cayetano Ramírez y Fita; los diputados por Pichincha: Manuel Matheu, Manuel Espinosa, Antonio Ante; y los secretarios del Congreso: Pedro Manuel Quiñones, Pedro José de Arteta.
El Congreso Constituyente establece que por una sola vez, con el objeto de establecer el sistema constitucional, nombrará a todos los funcionarios públicos.
En la sesión del 11 de septiembre se elige al presidente del Estado, dignidad que recae en Juan José Flores, por 19 votos; un diputado se pronuncia a favor de Manuel Carrión Valdivieso.
Al día siguiente, el Congreso tiene la meta de elegir al vicepresidente del Estado, dignidad que es asignada a José Joaquín de Olmedo.
El 14 de septiembre, los diputados juran obediencia a la Constitución, el diputado guayaquileño Francisco Marcos presenta un proyecto de decreto para agradecer y honrar al Libertador Simón Bolívar, el cual es aprobado el 17 de septiembre.
El 22 de septiembre, el general Juan José Flores toma posesión como presidente electo, al día siguiente conoce el texto de la Constitución, y el 24 de septiembre pone el ejecútese a la Primera Constitución, con lo cual nace la República del Ecuador.
Finalmente, el Congreso Constituyente cierra sus sesiones el 28 de septiembre de 1830.

Sesquicentenario de la Primera Constitución

Riobamba fue cuna de la República y como tal fue homenajeada con todos los honores. En el primer centenario de la fecha cívica, Riobamba es festejada con la finalización de la obra de canalización.
En las memorias de la Celebración del Sesquicentenario de la Primera Constitución del Estado Ecuatoriano, Marcelo Vizcaíno, entonces presidente de la UNP de Chimborazo, cuenta que, al acercarse los 150 años de la fecha cívica, las autoridades del Estado proyectan celebrar el acontecimiento. Gracias a gestiones de Napoleón Gallegos, gobernador de la provincia, la Junta de Gobierno que regía la vida del país emite decretos para que se celebren los eventos en la ciudad de Riobamba.
Después de volver a la vida democrática, el 15 de septiembre de 1978, Edelberto Bonillas Oleas es posesionado como alcalde de la ciudad y se compromete para que la celebración sea “digna de la ciudad”.
Meses más tarde, se conforma un Comité Ejecutivo, presidido por el gobernador Benjamín Cazar, con el objetivo de organizar la agenda conmemorativa. Una de las acciones principales es la restauración del edificio del Colegio Maldonado, que reemplazó al convento de Santo Domingo, lugar donde se firmó la Constitución del Estado.
Por su parte, la Cámara Nacional de Representantes señala en el Presupuesto General del Estado una partida de 150 millones de sucres para obras en Riobamba, “como homenaje de la legislatura a la ciudad”. El Parlamento es presidido por Assad Bucaram, y como representantes de Riobamba están: Pablo Dávalos Dillon, Arnaldo Merino y Fausto Vallejo.
“El Gobierno Constitucional dicta un acuerdo recordando a los ecuatorianos de la obligación de conmemorar este acontecimiento y el Presidente de la República, Ab. Jaime Roldós Aguilera rinde a Riobamba el homenaje más importante que haya recibido una capital provincial en toda nuestra historia, pues aquí se dan cita los Presidentes de varias repúblicas hermanas y los representantes de otros gobiernos para suscribir uno de los más importantes documentos de la época, como es la Carta de Conducta, hoy conocida como Carta de Riobamba”, cuenta Vizcaíno.
Entre los homenajes a la ciudad, la Cámara Nacional de Representantes sesionó en pleno en Riobamba. Además llegaron unos en “peregrinación cívica y otros cumpliendo programas de singular significación”: el Poder Judicial, el Tribunal Supremo Electoral, el Tribunal de Garantías Constitucional, la Contraloría General del Estado, la Junta Monetaria, el Banco Central del Ecuador, el Instituto de Altos Estudios Nacionales, la Unión Nacional de Mujeres del Ecuador, los colegios profesionales del país, la Casa de la Cultura Ecuatoriana, la Cámara de la Pequeña Industria, todos los planteles educacionales primarios, secundarios y superiores y organizaciones culturales, sociales y sindicales.
La Asociación de Municipalidades del Ecuador reunió a los alcaldes del país, y como parte del festejo, abrió sus puertas el Museo de Arte Religiosa de las Conceptas, donde se pudo observar la fastuosa custodia que hoy ha desaparecido.

martes, 10 de marzo de 2009

CHIMBORAZO

El volcán Chimborazo es un lugar lleno de misterio y encanto.

Los secretos de Mama Shimbu

En el tiempo de las haciendas, los vaqueros cuidaban a los toros de lidia que eran criados en el volcán Chimborazo. A veces desaparecían algunos animales y el vaquero -con temor al castigo del dueño- vagaba por el páramo en su búsqueda. Entre sus lágrimas y en medio de la soledad más increíble del mundo, aparecía un hombre alto, blanco, compasivo.
- ¿Por qué lloras hijito?
- Se me han perdido unos toros...
- No te preocupes, yo me los llevé... vamos que te los voy a devolver.
El vaquero animado por la pista seguía al misterioso hombre hasta la entrada de una gran cueva, en donde se le pedía cerrar los ojos. De pronto, al mirar nuevamente, estaba en una ciudad dentro del Chimborazo. Entonces, se le entregaba los toros y se le servía toda clase de frutas para comer y reponer fuerzas.
Esta es una de las tradiciones que cuentan los indígenas que pueblan los páramos del Chimborazo. La administración de la Reserva de Producción Faunística Chimborazo y la llegada del turismo comunitario han hecho posible que los visitantes puedan llegar hasta este misterioso lugar del que habla la leyenda: el Templo Machay.

Una catedral de piedra

No puedes perder la oportunidad de conocer el misterioso Templo Machay. Así dice uno de los letreros que se han colocado en el sendero hacia la cueva. Lo que se cuenta del lugar es una gran motivación para empezar con la caminata. El primer tramo es de fácil tránsito, a través de hermosos pajonales que se mueven al fervor del viento y que llenan de aliento. La vista es también cautivante porque mezcla la vegetación andina con rocas milenarias y la aridez del desierto.
Una parada obligada es el refugio de Lanlanshi. Ahí se observa una de las viviendas centenarias que han usado los moradores de los páramos. Dentro se encuentra alivio y abrigo, indispensable para reponer fuerzas y retomar el camino.
Paulatinamente, la subida cuesta mayor trabajo por lo empinado del sendero y el incremento de la altura. En este tramo, las protagonistas son rocas de todos los tamaños: desde las que caben en la mano hasta grandes macizos. El guía nativo indica a lo lejos nuestro destino; se aprecia cercano pero mientras más caminamos más lejos parece estar. El corazón palpita con fuerza y hay que detenerse para tomar aire y dar descanso a las piernas. Adelante está el coloso con su nieve eterna.
El viento sopla fuerte y golpea el cuerpo de manera que a veces se debe concentrar todo el peso del cuerpo para no despegar del suelo. Hacia arriba hay más cuesta y hacia abajo más soledad. El espíritu se invade de un sentimiento de abandono y de temor porque la naturaleza se muestra con majestad y superioridad.
Con esfuerzo se corona un macizo de roca y el impacto visual emocional es supremo cuando de pronto se tiene frente a uno, murallas enormes de roca que parecen tocar el cielo, y que hacen sentir la pequeñez del ser humano frente a esa inconmensurable voluntad de la naturaleza y de Dios.
El pecho casi no avanza más, pide un descanso urgente. Provoca sentarse y abandonar la empresa, pero hacia abajo hay la nada. Ya se aprecia más cercana la gruta; entre ella y el caminante existe un espacio de arena que se vuelve también dificultoso sobrellevar al hundirse los pies con frecuencia.
Y una vez más una cuesta empinada separa al Templo Machay. Se trata de una formación de roca enorme de forma piramidal, cuya entrada tiene formas extrañas que se prestan para que vuele la imaginación. Estamos a 4.560 metros de altura.
Dentro del Templo, el cansancio se esfuma porque se siente una humedad renovadora. Aunque no llega ni una gota de agua al cuerpo la sensación es como si el visitante hubiera tomado un baño. “Alberga una energía especial”, dice uno de los visitantes. Y tiene razón. El lugar motiva un respeto sacro especial, que lo demuestra la serie de peticiones que han sido depositadas en un rincón de la cueva, que sirve como un altar. Allí se observan monedas y pequeños papeles. “Aquí es donde los vaqueros decían encontrar al hombre blanco y de donde se pasaba hacia la ciudad del Chimborazo”, explica el guía.
La soledad y la intensidad de la experiencia hacen especular a quienes llegan al Templo. Al tratarse de un espacio limitado en pirámide no permite a simple vista una conexión hacia ningún lugar físico. “Debe ser una puerta cósmica”, habla alguien por ahí.
Estas cavilaciones se interrumpen porque es tiempo de volver. Ha valido la pena el esfuerzo de llegar a este lugar, que presumimos fue objeto de singular atracción para los antiguos habitantes de Chimborazo.

Las cuevas míticas de los puruguayas

Silvio Luis Haro, en su obra “Mitos y Cultos del Reino de Quito”, explica que los indios aborígenes de este lugar del país centraron sus cultos en las montañas.
Al respecto, Jacinto Jijón y Caamaño dijo: Las montañas rodeaban su cuna; tras ellas nacía y se ocultaba el sol; en sus grandes cumbres se formaban tempestades y de ellas salían las nubes, preñadas de rayos; entre los flancos de la montaña estaban los manantiales. Orígenes de los ríos, cuyas aguas servíanles para el riego fecundador de la madre tierra de cuyos productos vivían.
Con un místico sentimiento de terror y admiración por la naturaleza, cuyo poder le sorprende y le aplasta, el historiador considera que es imposible que una raza animista deje de prestar veneración y culto a manifestaciones tan extraordinarias y sublimes de la naturaleza.
De esta forma, las montañas eran lugares sagrados, así como las cuevas y los sitios notables por algún suceso telúrico, como por ejemplo: haber caído un rayo.
Haro que las cuevas míticas debieron ser lugares de culto, pues ellas se caracterizan por su “soledad misteriosa, por abras en que sopla el viento, por cubrirse su entrada con escarcha refulgente a los rayos del sol o por ser guarida de cóndores y venados”.
Por tanto, se afirma que las entradas a estos lugares eran lugares aptos para danzas y para inmolar niños y doncellas hijas de caciques, como ofrenda para sus divinidades.
Los investigadores aseguran que en el Chimborazo debió existir un adoratorio o templo tras la conquista cuzqueña. En las faldas del volcán se habría instalado el Cuartel del Inca. Estaba ubicado en una depresión apta para defenderse del frío y estaba construido en forma de U. Allí se sacrificaban a muchas doncellas vírgenes, hijas de Señores, y ovejas de la tierra (llamas posiblemente) y otras echaban vivas. Al respecto de ellas se contaba que no debían ser cazadas porque el nevado haría caer heladas sobre la población.
Los guías de la Reserva mantienen la tradición del lugar donde habría estado ubicado este Cuartel; allí reposan grandes piedras labradas. De este lugar se divisa también el Templo Machay.

Montaña: símbolo del crecimiento gradual del conocimiento
En la obra “Los Colosos”, los esposos Alfredo y Piedad Costales exponen los resultados de su investigación sobre las cosmovisión de los puruguayas (por deformación idiomática se habría adoptado la palabra puruháes).
Indican que estos antiguos habitantes de Chimborazo diseñaron sus moradas a semejanza de la montaña: amontonamiento de tierra redondeada en la base y piramidal o cilíndrica perpendicular en la estructura.
“La montaña fue considerada casa de vida, su vaso de energía, su túmulo sepulcral y conmemorativo, su templo observatorio, casa del sol”, argumentan los Costales.
Hay en su adoración a la montaña una concepción filosófica y existencial, pues proyecta al hombre andino en su ideal de ascenso y de mejoramiento social: pueblos y hombres suben hacia una cima social no discriminatoria e integradora. Es por tanto, un símbolo del crecimiento gradual del conocimiento, para el cual se necesita un “largo recorrido perpendicular, difícil, resbaloso, inquietante, aterrador, a veces, pero atrayente y sugestivo”.
Precisamente esa es la sensación que el caminante percibe en su ascenso al Templo milenario.

¿Chimborazo hembra?

El aborigen de los Andes se consideró hijo de los grandes nevados quienes están dotadas de sexo. Los esposos Costales explican que entre ellos se producía el matrimonio denominado tinguinacuy. El arco iris era la señal visible de este apareamiento en el cielo. Fruto de esta unión eran las demás montañas, cerros, picachos y el propio hombre; por tanto, todos eran parte de una misma familia.
Los puruguayas se creían nacidos de la grande mujer de nieve del Chimborazo con el varón de nieve Carihuairazo.
Sobre el nombre del nevado, Cieza de León rescata el de Urcolazo, del quichua Urco razu que quiere decir cerro de nieve. Esta fue la denominación de los conquistadores cuzqueños.
Sin embargo, en idioma quitense (cayapa), shimbu significa mujer. Es decir se trata de la gran señora de la nieve o la mujer envejecida.
Con la llegada de los incas esta visión cambia. Ya en 1582, con la conquista española, el vicario de San Andrés, Juan Paz Maldonado San Andrés, se remite a la tradición sureña y se refiere al Chimborazo como el gran varón, al pie del cual todavía existen edificios caídos.

Montaña, inicio de la vida

Los puruguayas consideraron a montañas como su Mama Shimbu como templos acuáticos solares y casas del agua.
A través de la gota de agua desprendida de las montañas gracias al contacto con el sol, se alimentan los ríos y estos van hacia el mar considerado como “el gran útero que gesta lo viviente”.
El gran respeto que tenían a Mama Shimbu, alimentó la creencia que la montaña castigaba a los intrusos con la uashda, enfermedad de altura que mata a quienes se atrevían a desafiarla. Además, uashar significaba la aparición de niebla o llovizna para desorientar a los visitantes.
Toda esta cosmovisión, aún sin tener pleno conocimiento de ella, ha trascendido hasta nuestros días. Todavía algunos indígenas piden permiso a la montaña para poder ingresar y librarse de los múltiples peligros que acechan.
Y en nuestras mentes y corazones permanece ese sentimiento de profunda espiritualidad dentro de las montañas, la reflexión existencial, los símiles del ascenso con la vida misma y la constatación que somos seres pequeños frente a la magnificencia de la naturaleza.
Diego Vallejo

RIOBAMBA Y SUS HISTORIAS




Riobamba es una ciudad del Ecuador, conocida como Corazón de la Patria, por su ubicación en el centro del país. Es la capital de la provincia de Chimborazo.

Los hermanos Tormen

Edificio del Correo, en Riobamba. Originalmente
fue la sede de la Sociedad Bancaria de Chimborazo.
Obra de los hermanos Tormen.


El Centro Histórico de Riobamba comprende edificaciones que por su belleza y concepción han pasado a formar parte del patrimonio de la ciudad. Estos edificios públicos y privados hablan de la época dorada de Riobamba y de un grupo de arquitectos extranjeros que dejaron plasmado su talento para la posteridad.
La historia de Riobamba en el siglo XX habla del aporte de los constructores italianos Durini, Russo y de los hermanos Tormen en el embellecimiento de la ciudad.
En esta ocasión les hemos seguido la pista a los hermanos Luca y Natale Tormen, cuya descendencia todavía radica en Riobamba. Con Eduardo Salazar Tormen, nieto de Luca, nos hemos acercado a conocer algunos datos sobre estos hombres que a pesar de haber dejado una huella física imborrable, son prácticamente desconocidos.
Los hermanos son oriundos de Belluno, ciudad ubicada en el noreste de Italia. Sus padres fueron Pasquale Tormen y Agata de Salvatore. Luca, nacido el 16 de octubre de 1873, es el segundo de siete hijos; y Natale, quien advino al mundo un 25 de diciembre de 1890, el último de ellos.
A inicios del siglo XX, Luca parte hacia Estados Unidos, país desde el cual toma rumbo hacia Riobamba, posiblemente atraído por la construcción del ferrocarril. Más tarde le daría alcance Natale.

Los edificios de los Tormen

Una vez radicados en la ciudad, los hermanos desarrollan una serie de actividades. En Riobamba forman sus familias: Luca contrae matrimonio con Teresa Paz y Miño, y Natale con María Luisa Galliani. En sendos hogares procrearon seis hijos.
Los italianos, ya instalados, reciben el encargo de construir edificios públicos y casas particulares. Destacan el Municipio, el antiguo Palacio Arzobispal, el edificio donde funciona el Servicio de Rentas Internas, el antiguo colegio Salesiano, el ex Hotel Ecuador y su misma casa de habitación ubicada en la calle 10 de Agosto y Carabobo (antiguo Hotel Granada), entre otros.
Además toman parte en la terminación del colegio Maldonado, teatro León, los parques Sucre y Maldonado, el estadio Olímpico y realizan los planos para la edificación de la pirámide en homenaje a los héroes de la Batalla de Tapi en el parque 21 de Abril. En todas sus trabajos impusieron un estilo netamente europeo.
No obstante todos estos aportes, el más reconocido es el edificio de la Sociedad Bancaria de Chimborazo, hoy actual edificio del Correo.

En la industria y el comercio

Los Tormen son parte de la fundación de la fábrica “La Itálica”, que empieza a funcionar en 1918 en la producción de baldosas de todo género, servicios higiénicos, tubos y bloques de cemento, bancas, tinas de baño, lavatorios, jarrones, moriscos, floreros, mármoles artificiales y otros objetos de ornamentación para edificios.
Por corto tiempo mantienen una pequeña textilera en la que se confecciona cobijas y otros tejidos. El gerente de esta fábrica es el italiano Omar Cerutti.
Los italianos también se desempeñan por muchos años como agentes de la Sociedad Anglo-Ecuatoriana en Riobamba, para la comercialización de aceites y combustibles. De igual manera se dedican a la agricultura.

Los Tormen están olvidados

Luca y Natale vivieron hasta sus últimos días en Riobamba, ciudad que los acogió con cariño y a la que retribuyeron con aproximadamente medio siglo de intenso trabajo y dedicación.
El mayor de los Tormen falleció en l.950 y Natale ocho años después. De aquella estirpe quedan en Riobamba: Italia Tormen y Eduardo Salazar, hija y nieto de Luca.
Los Tormen son parte fundamental del patrimonio arquitectónico del que nos sentimos tan orgullos y es una lástima que estén olvidados.

Diego Vallejo